Me encontraba allí, en ese pequeño rincón oscuro de la casa.
Tenía miedo, mucho miedo. La casa ardía en llamas y yo no podía hacer nada.
Mis padres fueron asesinados y ahora, mi hermana gemela está en peligro.
Intentaba pensar en unicornios, en arco iris y en campos verdes alegres y llenos de flores, pero el miedo y los llantos no desaparecían.
De repente sentí una punzada en el corazón, no sé si era por el humo que cubría la casa o por que me estaba dando un ataque de asma.
Podía sentir la muerte cubriéndome, como poco a poco cerraba los párpados y me iba al otro mundo. Pero antes de que todo eso pasase vi una luz blanca.
Una luz hermosa y brillante, y hacia ella se encontraba toda mi familia, todos, ninguno faltaba.
No sé si deliraba o de verdad los veía, si de verdad sentía todas esas cosa.
Pero entonces me dí cuenta de una cosa...
-Me dí cuenta de que no hay que temer a la muerte, que después de esta, habrá un lugar tan bonito y tan que feliz que el mundo de los vivos.- "Futura escritora y traductora, Marina."